En la mitología celta existe un dragón llamado Bestia Aulladora. Se trata de un ser de grandes dimensiones, con cabeza de serpiente, cuerpo de leopardo y pezuñas y cuernos de ciervo. No tenía alas y su cuerpo estaba cubierto de pelo. Su cabeza de serpiente es sin duda lo que más temor causaba. Una mandíbula poderosa llena de dientes afilados, y una lengua larga capaz de dejarte inconsciente con un solo golpe. Y por si eso fuera poco, el veneno de su mordedura es letal.
La leyenda de la Bestia Aulladora
Según la leyenda, su madre era una princesa y su padre un demonio. Su maldad le vino heredada de su padre, un ser maligno que se camuflaba entre los humanos para engañarlos con sus trampas y poder conseguir lo que quería. Su madre, la princesa, estaba enamorada de su hermano, algo que no es muy normal pero la leyenda eso nos cuenta. La obsesión de la princesa era tan grande que no dudó en pedir ayuda a las fuerzas oscuras. El demonio, que siempre estaba atento, listo para embaucar a sus víctimas, oyó a la mujer suplicando que le concedieran su deseo más preciado. Sin pensárselo dos veces, se apareció ante ella y le ofreció su ayuda.
El demonio habló con la princesa y le prometió que la ayudaría, que conseguiría que su hermano cayera rendido a sus pies. A cambio de ese favor, quería que le diera su primer hijo. El demonio era un ser solitario y sentía que la vida empezaba a pesarle. Quería tener un heredero de su sangre, alguien que le acompañara en sus ‘juegos malvados’ con los humanos y a quien trasmitir su magia oscura. La princesa aceptó el trató sin dudarlo. A los pocos días la princesa consiguió su deseo, su hermano se enamoró perdidamente de ella.

Cuando el rey se enteró de semejante hecho entró en cólera y castigó a su hijo de una manera cruel: Una jauría de perros lo devorarían. El príncipe, en su último momento de agonía, gritó que la princesa estaba embarazada y que daría a luz un hijo monstruoso. Este hijo traería la desgracia al reino y a sus habitantes, y sería sinónimo de sangre y terror. Su aullido sería 30 veces superior a los aullidos de aquella jauría de perros que le arrebataban la vida al príncipe. Y de ahí viene su nombre, Bestia Aulladora.
La Bestia Aulladora en la mitología Celta
La versión que tenemos de los dragones no siempre es igual en todas las mitologías. Este ser mitológico es muy temido en la cultura celta. Se dice que era tremendamente cruel y sanguinario, además de ser muy rápido. Muchos fueron los caballeros que intentaron acabar con él sin conseguirlo. Por ejemplo sir Perceval, caballero legendario que formaba parte de la mesa redonda, pasó meses buscando a esta criatura con el objetivo de darle caza y eliminarla. Pero todos sus intentos fueron inútiles.
El lugar donde este dragón habitaba era desconocido por todos, pero solía aparecer cuando se le convocaba con magia oscura. En ese momento el ser mitológico abandonaba su refugio y se convertía en un monstruo escurridizo y muy peligroso. Otras veces aparecía en lugares poco transitados, esperando encontrar una víctima incauta y desprevenida que devorar. Otras veces no se ocultaba, y no dudaba atacar a los viajeros que circularan por caminos.
Era tan temido, que muchos ejércitos empleaban una trompeta que imitaba el aullido de este ser mitológico. Con esto pretendían ahuyentar a sus enemigos, que huían despavoridos solo con pensar en que la terrible Bestia Aulladora pudiera estar cerca.
Como dato curioso, este dragón cuando muere no desaparece. Según cuenta la leyenda, después de morir vuelve a renacer como el Fénix. Si tenemos en cuenta que se trata de un ser concebido por un demonio, no es de extrañar esta teoría, y que su vida no tenga fin. Lo que no se sabe cierto es el nuevo lugar que el dragón celta elige para volver a renacer. Por lo que aquel que mataba a la Bestia Aulladora, libraba del mal un reino pero condenaba a otro. Lo cual si lo piensas, es un poco terrorífico.
El rey Arturo y la Bestia Aulladora, una historia en común
Cuenta la leyenda que el rey Arturo luchó encarnizadamente con la Bestia Aulladora. En el trascurso de esa feroz lucha, este fue mordido por ella y su veneno, tremendamente poderoso y letal, acabó con su vida. Solo alguien que conociera la Magia Antigua podría salvar a Arturo. Merlín el mago se llevó al rey a la Isla de los Benditos, un lugar donde la magia antigua se acentuaba. Una vez allí empezó los rituales para revivir a su compañero y amigo. El sabía que no iba a ser fácil, pero era un mago poderoso y siguió en su intento de revivir al rey.

Una vez en la isla, el mago se encontró con Nimueh, quien le dijo que para salvar la vida de Arturo debía ofrecer otra vida a cambio. Esto es algo básico para la mitología celta, ya que todo es un círculo eterno, por lo que una vida se recupera ofreciendo otra a cambio. Merlín aceptó sin dudarlo y ofreció su vida a cambio de la de Arturo.
Nimueh le dio un frasco de agua mágica de la Copa de la Vida a Merlín. Este se lo dio a Arturo y esperó ansioso su recuperación y lo que significaría también su propia muerte. Arturo volvió a la vida, pero Nimueh no tomó a cambio la vida de Merlín. En su lugar hizo que su madre enfermera y Merlín siguió vivo.
La leyenda habla de este dragón como de un ser de mal augurio. Se cuenta que el rey Arturo soñó con que la Bestia Aulladora lo devoraba la noche antes de su muerte. Y unos años antes, la reina Ygraine, también soñó con esta criatura la noche de antes de su muerte. En aquella ocasión se produjo un hecho histórico llamado La Gran Purga, momento en que la magia fue perseguida condenando a muerte a quien la practicara. Por estos dos hechos, este animal mitológico siempre está relacionado como premonitorio de desgracia y muerte.